DICEN de quienes mueren pronto que son los "escogidos de los dioses". No cabe duda que Migue Benítez ocupa un lugar preferente en la canción en español. Ocurrirá con su reciente disco póstumo, Matajare-9, lo mismo que ocurrió en su día con discos como el de Camarón, La leyenda del tiempo (1979), con el de Lole y Manuel, Lole y Manuel (1975), con el de Triana, El patio (1975), o con el de Veneno, Veneno (1977).
Primero, excepto en pequeños grupos (los mismos clarividentes de siempre), el disco será ignorado; segundo, fuera del ámbito andaluz (excepciones siempre las habrá), desdeñado, tildado de producto de segunda categoría, mirado con desconfianza por no ajustarse a las "corrientes musicales" imperantes y ser genuina expresión de un pueblo al que se le relacionaba con un bajo nivel cultural y cuya fonética se relacionaba con gentes de baja extracción social, pillos y tunantes. Tantos son los prejuicios...
Al fin, quizás tras 30 años, será aceptado y asimilado. No es nada nuevo. Tras ello se le reconocerá su alto valor artístico.
Para García Lorca, el andaluz es un ser entregado a la naturaleza. He aquí una muestra del hombre natural, del primitivo (por actuar a partir de ciertas certezas primigenias), del andaluz universal, un ser que vive rodeado por un mundo de imágenes puras.
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